JAVIER CHICOTE / MADRID
Día 17/09/2012
Barcelona/ Mambí en A/ Javier Salas Collantes, expresidente del INI y su socio, están imputados por el cobro de comisiones, que también percibieron exmilitares venezolanos.

Un juzgado de instrucción de Madrid mantiene imputados por tráfico de influencias y delito fiscal a los dos comisionistas españoles, Javier Salas Collantes, último presidente del Instituto Nacional de Industria (INI), que salió del Gobierno en 1996, y el que fuera su subordinado en el INI Antonio Rodríguez-Andía. Cada uno ha cobrado seis millones de euros. El INI que Salas presidió se transformó en la actual SEPI (Sociedad Española de Participaciones Industriales), que es dueña del cien por cien del capital de Navantia.
La venta de los buques se firmó el 28 de noviembre de 2005 en Caracas. Poco antes, el 30 de septiembre, Navantia firmó un acuerdo mediación con la empresa Rebazve Holding Ltd., a la que otorgó una comisión del 3,5 por ciento de la venta, 42 millones de euros. A su vez, Rebazve contrató a Rodríguez-Andía, expresidente de la pública Trasatlántica, y le pagó doce millones de euros, de los que seis terminaron en cuentas del que fuera fuera su jefe en los primeros gobiernos de Felipe González, Salas Collantes.
Más comisiones

Fuentes no oficiales de Navantia consideran «escandaloso» que se pagaran 42 millones de euros en comisiones en una venta que se había cerrado de Estado a Estado: «Lo que hizo Salas Collantes lo podía haber realizado alguien de Navantia». La postura oficial de la naviera pública es que los comisionistas fueron necesarios.
Se trata de cuatro barcos «BVL» (Buque de Vigilancia de Litoral) y otros cuatro «POVZEE» (Patrullera Oceánica de Vigilancia de la Zona de Exclusión Económica). Sólo falta por entregar el último buque, que se está construyendo en el astillero venezolano Dianca con tecnología de Navantia.
Estados Unidos intentó vetar la operación. No lo consiguió con los barcos pero sí con una partida de aviones que la española CASA iba a fabricar y que incluían tecnología estadounidense.
j.c.h madrid
El expresidente del Instituto Nacional de Industria asegura que no ha cometido delito alguno y defiende que «en todos los contratos existen agentes, intermediarios, y se cobró el porcentaje habitual». Se refiere a los 42 millones de euros que Navantia abonó a la empresa Rebazve, que a su vez le pagó doce a él y a su socio, Antonio Rodríguez-Andía, también exdirigente del INI. «La cifra absoluta y puesta de una vez es muy grande, pero son ocho años de trabajo en un contrato de más de 1.200 millones de euros», según puntualiza a este diario.
Preguntado por la justificación de sus honorarios, tratándose de un acuerdo que se cerró de Estado a Estado, Salas Collantes sostiene que «después de la firma hay retrasos, cambios y problemas que nosotros ayudamos a solucionar».
Salas se especializó en consultoría financiera tras su salida del Gobierno, en 1996, cuando Felipe González perdió las elecciones con José María Aznar. Era una hombre del entorno del ministro socialista Carlos Solchaga. Además del INI, presidió Iberia antes de la privatización.
El «lubricante»
En cuanto a la imputación por tráfico de influencias, el exdirigente público remarca que cuando se firmó el contrato hacía casi diez años que él se había pasado a la empresa privada y su socio, catorce: «La acusación dice que hay una amistad con la gente de Navantia, porque los conozco, trabajé con algunos, pero de eso ya hace mucho tiempo. Además, para este tipo de trabajo, ¿a quién van a recurrir? ¿A alguien que no tenga ninguna experiencia?». Salas define sus funciones como «el lubricante de la maquinaria»y sostiene que hicieron «en el día a día lo que había que hacer para que todo fuera bien».
En cuanto al delito fiscal, asegura que «ha quedado acreditado que hemos pagado todos los impuestos». Su abogado ha solicitado el sobreseimiento de la causa judicial.
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