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miércoles, 6 de enero de 2010

Año nuevo, vida nueva.



Pedro Argüelles Morán desde la prisión provincial de Canaleta, Ciego de Ávila.

La muy popular frase que da título a este comentario se oye a finales y principios de año, es una frase de aliento y esperanza, así como también de fe, de optimismo, de renovación, de cambio, de reforma; en fin, una frase que nos estimula a continuar luchando por la prosperidad, tanto en lo personal como en lo social.

Recuerdo que fui llamado al Servicio Militar Obligatorio en noviembre de 1964, cuando me encontraba estudiando becado en la Escuela Secundaria Básica Héroes de Yaguajay en el capitalino Reparto de Siboney, y trasladado a la Escuela de Soldados Maestros Pepito Tey en Casa Blanca, y en enero de 1965 a todos los reclutas que teníamos reportes por indisciplinas un Sargento nos dijo: "Año nuevo, vida nueva", y tales reportes quedaron sin efecto, pero ya desde aquellos iniciales años del triunfo de la Rebelión Armada, esa famosa frase perdió su encanto y su horizonte, porque lo de vida nueva, empezó a torcerse y luego a retorcerse, y de mal en peor, y así hasta la actualidad, cuando es algo totalmente decrépita y envilecida, debido a la aberrante ideología marxista-leninista asumida por el régimen totalitario castrista y todo el fracaso que dicho frustrante experimento social genera, porque su razón de ser es contraria a la naturaleza humana, pues se basa en la alevosa violación de los derechos y libertades inherentes a la dignidad del ser humano, y donde una camarilla conocida por "nomenklatura" goza de todo tipo de privilegio y prebenda, en impune derroche de la riqueza nacional, mientras la inmensa mayoría de la población malvive agobiada por tremenda miseria material y espiritual, sin solución, por el inmovilismo de los amos del Palacio de la Revolución, trágicamente anclados en el pasado, aferrados al poder absoluto y negados a realizar urgentes y necesarias reformas para sanear la paupérrima situación de la mayor de Las Antillas. ¿Cuáles son esas reformas? Sencillamente desmontar toda esta podrida dictadura comunista e implantar el legítimo Estado de Derecho. Crear las condiciones para reanimar la depauperada economía y dar pasos muy serios para fomentar la sociedad civil, las instituciones democráticas y el pluralismo ideológico, todo esto mediante el diálogo y el consenso entre todos los actores sociales, o consultando directamente a toda la nación a través de un referéndum o plebiscito con observadores internacionales, pero por sobre todas las cosas, partiendo de una genuina reconciliación nacional que entierre para siempre los odios, los rencores y las insanas revanchas, solo así haremos realidad la sentencia de nuestro Apóstol José Martí: "La Patria es ara y no pedestal". Amén.

Ciego de Ávila, 5 de enero de 2010.

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